Germán Ariel Ciriacci | gabrielciriacci17@gmail.com
Gustavo Aníbal Canelo | gustacanelo@gmail.com
Primer año | Profesorado de Educación Secundaria en Física
Problemáticas Socio-antropológicas en Educación.
Docente: Mgter. Lic. Claudia Becheran | claudiabecheran@isfdmmoreno.edu.ar
Resumen
El presente trabajo, tiene como objetivo, realizar un amplio abordaje sobre el impacto de las noticias falsas en la sociedad y la vida de las personas. Se analiza cómo surge una campaña de desinformación, qué intereses hay detrás de la misma, cómo se propaga, la manera en que, a través de una sutil y discreta manipulación de la opinión pública, las redes sociales se convierten en vehículos para la difusión de contenido engañoso, y finalmente, qué soluciones se proponen para frenar ésta problemática actual y compleja.
🔖Palabras clave: noticias falsas, desinformación, credibilidad, posverdad, infodemia.
Introducción
El siglo XXI trajo consigo enormes avances tecnológicos; el uso extensivo de la internet, la conexión cada vez más frecuente a diferentes dispositivos, y el nacimiento de las redes sociales, dieron paso a una era donde las personas pueden acceder, de manera rápida y ágil, a una infinidad de servicios digitales, como así también consultar una enorme cantidad de información disponible en línea. Todo ello sin lugar a dudas, ha facilitado muchas cuestiones de la vida, sin embargo, los cambios sociales y culturales que se desarrollaron a partir de esta verdadera vorágine de material y contenido al que se puede acceder en segundos, con tan solo un click, trajeron aparejados un fenómeno cada vez más creciente y alarmante, que afecta a todos, de distinta manera y a diferentes escalas: las noticias falsas.
También conocidas como “bulos” o fake news (por su nombre en inglés), las noticias falsas no son solo una problemática que atraviesa a un sector, que afecte a un determinado lugar, o que estén dirigidas a un destinatario en particular (persona u entidad). Las noticias falsas se han abierto paso de tal manera, con tal fuerza y tal velocidad de propagación, que se han convertido en una compleja e inmensa trama de desinformación y confusión, que han conducido a la sociedad hacia una extraordinaria crisis de credibilidad y conflicto, enmarcada en lo que hoy muchos conocen como la era de la posverdad. La mayoría de los enfoques en relación con esta problemática refieren o enfatizan que la utilización de las fake news persiguen fines politicos o intereses económicos de grandes organizaciones.
Cuando las noticias falsas se generan y difunden para perjudicar a una figura de la política en tiempos electorales, o para obtener algún beneficio del orden financiero o económico, solo por nombrar algunos ejemplos.
Es cierto que ésta utilización es frecuente, pero no es la única; esto va más allá. En el año 2018, la Comisión Europea afirmó que la expresión “noticias falsas” no es adecuada, porque no abarca la complejidad del problema, y prefiere hablar de desinformación, definiéndola como “información falsa, inexacta o engañosa, diseñada, presentada o promovida para causar intencionadamente un daño público o para obtener un beneficio” (Vivar, 2020).
¿Qué son las noticias falsas?
Es aquella información que ha sido publicada con la intención de engañar y confundir al lector. De esta manera, pretenden hacer pasar una mentira, o en el mejor de los casos una opinión, por un hecho objetivo (Haya, 2020). Por lo general, cuando nos hablan de fake news, nos imaginamos un posteo en redes sociales, como la típica foto sacada de contexto (que puede ser de otro país, de otra fecha, de otro asunto, etc.), acompañada de una información falsificada. Quizás esto sea lo más habitual, pero sería insuficiente quedarse con este enfoque tan reducido y limitado de la problemática. Las noticias falsas incluyen todas las formas de lo falso, información inexacta o engañosa, diseñada, presentada y promovida para causar intencionalmente daño público o con fines de lucro (Vivar, 2020).
En este contexto,muchas de ellas, se vehiculizan mediante Internet y circulan, principalmente, en las redes sociales por ejemplo: cuentas con identidades falsas (robots, pishing, etc.), videos manipulados (editados, cortados, con filtros, etc.), imágenes en miniatura que conducen a un contenido que no existe (clickbait), entre otras. Cómo bien señala Jesús Miguel Flores Vivar (2020), “se trata de todo un abanico de prácticas para manipular la opinión pública en internet, que van más allá de lanzar una noticia falsa” (p. 105).
¿Cómo funcionan y quiénes son los responsables?
Es evidente que no hay solamente un responsable, ni siquiera varios. Esto conforma una red cuya matriz alcanza de una manera u otra a un todo social: algunos generan desinformación otros la difunden o se muestran pasivos ante esta realidad.
En el caso de las redes sociales, éstas permiten que los usuarios sean productores y consumidores de contenidos a la vez (es decir, prosumidores), y han facilitado la difusión de contenido engañoso, falso o fabricado cuyos objetivos son principalmente personales, políticos o económicos. Para la Federación Internacional de Periodistas (FIP, s.f.) las fake news más utilizadas en redes sociales, suelen estar acompañadas de titulares llamativos, imágenes o videos falsos. Su objetivo es crear desinformación apelando a los sentimientos para que la gente empatice con ellas haciendo que se comparta una y otra vez por varias personas, en ocasiones llegando a hacerse viral (Peiró, 2020).
En tanto, Natalia Aruguete (2020), argumenta que “el mensaje lo armamos entre todos”, con lo cual, posibilita introducir un concepto clave en relación a la indiscriminada cantidad de información falsa en circulación: la posverdad. Según la Fundeu BBVA (2016), el concepto de posverdad –o mentira emotiva– es un neologismo que describe la distorsión deliberada de una realidad con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales, en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales (Vivar, 2020). Es decir, el motivo por el que alguien propaga este tipo de información se puede vincular a la disonancia cognitiva: se escogen mensajes que vayan acorde a las creencias, y evita los que generan perturbación ideológica, afectiva, etc. Esto lleva a compartir contenido sin importar si es cierto o no (Aruguete, 2020).
En conclusión, esta retroalimentación entre noticias falsas y personas que las propagan, es lo que hace funcionar una gran maquinaria de información falsa que afecta al mundo entero. Esta crisis global de credibilidad y desinformación ha sido objeto de análisis por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que lo definió como una infodemia. Al respecto, el académico, docente, politólogo e investigador argentino, Mario Riorda (2020), sostiene que la infodemia es «un serio problema de desinformación que aumenta la propagación producto de la desinformación a escala masiva. Técnicamente, es una epidemia de mala información, o bien mala información que posibilita una epidemia vía datos falsos, errados o maliciosos que se propagan por redes sociales».
Consecuencias
El impacto más fuerte de la circulación de información falsa se da a nivel social, ya que el éxito de estas campañas espurias no es el engaño a un solo individuo, sino al colectivo, quién es a su vez, partícipe necesario en la replicación de dichos contenidos. La desinformación perjudica a la democracia, erosiona la credibilidad de los medios de comunicación tradicionales, interfiere con el derecho de las personas de buscar y recibir información de todo tipo, y puede aumentar la hostilidad y el odio contra ciertos grupos vulnerables de la sociedad (FIP, s.f.). Al respecto, Jaime Garrido, experto en conspiraciones, afirma que estas guerras de guerrillas digitales son inducidas, enquistan las emociones y llegan a influir en decisiones que afectan a escala mundial: “Esta es una nueva gran amenaza para el sistema; los tweets falsos y la manipulación pueden llegar a alterar elecciones, hundir reputaciones, potenciar movimientos sociales y fomentar el enfrentamiento ciudadano” (Vivar, 2020).
De esta manera, están presentes en todo tipo de temas, ya sea político, cultural, sanitario, etc. Ningún ámbito se salva de este tipo de noticias. Esta información tan dañina puede crear graves problemas y confusión, debido a que a la ciudadanía le cuesta a veces saber si lo que está leyendo es cierto o no (Peiró, 2020). «En el caso del Covid-19, los vacíos en el conocimiento científico y las ciencias médicas, por caso, se completan con prejuicios: se emiten fechas, números y propuestas de tratamiento que generan un ‘confort cognitivo’. Las certezas siempre dan mayor tranquilidad que las vacilaciones. En este sentido, las noticias falsas se propagan, además, en la medida en que esa información es congruente con el contenido circulado en una determinada comunidad virtual» (Aruguete, 2020).
En línea con esto, se podrían citar de ejemplo los famosos tratamientos con Hidroxicloroquina o con Ivermectina, que en el mejor de los casos no tuvieron efectos adversos sobre los pacientes. Y más allá de la pandemia, queda claro cómo las fake news atentan contra la veracidad. Otros ejemplos son el tratamiento y prevención de enfermedades, el cambio climático, los asuntos políticos, entre otros. La desinformación, además, restringe la libertad de las personas en la toma de decisiones, y promueve la prolongación y simplificación de la realidad.
¿Qué estamos haciendo para solucionarlo?
En 2017, la consultora Gartner estimó que para 2022, el público occidental consumirá más noticias falsas que verdaderas (Vivar, 2020). Por ello, algunas medidas para tratar de frenar esta problemática ya comenzaron a implementarse. Se están tomando iniciativas desde la sociedad civil y los medios de comunicación para identificar noticias deliberadamente falsas, desinformación, propagandas, y generar conciencia sobre cuestiones (FIP, s.f.). Actualmente existen ciertos portales dedicados íntegramente al chequeo de información y verificación del discurso público para contrarrestar la propagación de datos erróneos (Chequeado, 2010).
Dentro del área de la Inteligencia Artificial, el aprendizaje automático, la monitorización y el análisis de redes sociales se postulan como las mejores técnicas para frenar la viralización de las noticias falsas. Tal y como señala Vivar (2020) “éste virus tiene su origen en las tecnologías disruptivas y es allí donde también está su cura” (p. 102). Sin embargo, teniendo en cuenta que las noticias falsas están impactando no solo en el derecho a la información, sino que se trata de un fenómeno que tiene incidencia también en la sociedad en su conjunto y que afecta la integridad democrática, cabe reflexionar sobre qué rol deben tomar tanto los ciudadanos como los/as comunicadores/as al respecto.
Conclusión
De acuerdo a lo analizado, podemos concluir que , no todo lo que se encuentra por internet debe ser tomado como verdad absoluta, por muy creíble y complaciente que parezca una noticia o una simple publicación en redes sociales, se debe leer con precaución y, en lo posible, utilizar varias fuentes que otorguen la misma información para evitar así engaños/confusiones a causa de datos manipulados.
Los esfuerzos para contrarrestar las noticias falsas deben comprender tanto enfoques legislativos como no legislativos; cada uno tiene sus propios desafíos, teniendo en cuenta varias consideraciones. Actualmente, el público tiene dudas sobre cualquier información que se divulga. En consecuencia, las informaciones falsas han asestado un duro golpe a las relaciones entre el público y los medios informáticos.
Por último, es imprescindible, por tanto, empezar a desarrollar una mirada más abarcadora e integral sobre ésta, sin lugar a dudas, compleja problemática. No es suficiente con solo tenerla en consideración a los efectos de sopesar su impacto en tiempos electorales.Es preciso ir más allá, orientar los esfuerzos al análisis y la prevención, porque el contenido espurio y la manipulación pública es una cuestión social, cultural, algo que atraviesa a todos, en todo momento y de distintas maneras. Es hora de que la sociedad en su conjunto, ciudadanos y autoridades, presten verdadera atención a la problemática de las noticias falsas.
Referencias
Federación Internacional de Periodistas [FIP]. (s/f). ¿Qué son las fake news? Guía para combatir la desinformación en la era de posverdad. https://www.ifj.org/fileadmin/user_upload/Fake_News_-_FIP_AmLat.pdf
Haya, P. (2020, septiembre 1). ¿Cómo se viralizan las noticias falsas? Algoritmos y bots sociales – IIC. Instituto de Ingeniería del Conocimiento. https://www.iic.uam.es/innovacion/como-se-viralizan-noticias-falsas-algoritmos-bots-sociales
Vivar, J. M. F. (2020). Datos masivos, algoritmización y nuevos medios frente a desinformación y fake news. Bots para minimizar el impacto en las organizaciones. Comunicación y Hombre, 16, 101–114.
Daus, G. (2020, abril 20). Ernesto Calvo y Natalia Aruguete. El maléfico encanto de las noticias falsas. Clarín. https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/ernesto-calvo-natalia-aruguete-malefico-encanto-noticias-falsas_0_nUpjLExFw.html
Peiró, R. (2020, julio 6). Fake news (noticias falsas). Economipedia. https://economipedia.com/definiciones/fake-news-noticias-falsas.html
Acerca de Chequeado. (2010, mayo 31). Chequeado. https://chequeado.com/acerca-de-chequeado/